imagen del post

El poder visual de Breaking Bad

Todos estuvimos recopilando y anunciando lo mejor de la televisión y del cine de la década pasada. Para mí fue Breaking Bad la mejor producción televisiva de estos años. Tras 62 episodios cubiertos de una esplendorosa carga de acción, giros dramáticos y de un diseño de personajes lleno de matices pues no he tenido dudas.

La alta calidad del guion y del diseño de la evolución de personajes es indiscutible pero lo que más valoro de esta serie es que está narrada también a través de la imagen. Esta es la razón por la que he decidido escribir en mi web, porque leer imágenes es de mis cosas favoritas – además de construirlas – y en Breaking Bad he podido encontrar un lenguaje visual claro.

Analizar la serie en su totalidad claramente me tomaría mucho tiempo por lo que he decidido analizar la cinematografía de las escenas más potentes de los últimos tres capítulos: “Ozymandias”, “Granite State” y “Felina”, que representan el perfecto envoltorio de una serie que se auto exigía y se auto colocaba vallas altísimas capítulo tras capítulo.

La serie cuenta el proceso de degradación humana del personaje principal y la fotografía construye su propia narrativa en celuloide a cargo de Michael Slovis, miembro de la ASC.

En “Ozymandias”, todos los personajes enfrentan circunstancias radicalmente distintas. El pico dramático de la historia está en lo más alto y el flashback al inicio del capítulo no hace más que golpearnos la nostalgia. Todo parecía bajo control al inicio de esta historia. Walt y Jesse están en su primer día de trabajo en el desierto. La exposición de la luz es cálida sin ser abrasadora y el contraste de colores es balanceado. Es un día tranquilo.

Vemos a Walt interactuando amorosamente con su esposa quién está esperando una bebé, el trato es reciproco. Lo curioso aquí es la composición de planos en la escena de Skyler al teléfono. En su presentación, lo primero que vemos es su embarazo y cuchillos apilados en primer término que no dejan de verse mientras Walter miente y se excusa en la llamada.

El encuadre es un anticipo, una pista que nos conduce hacia el devastador quiebre familiar que veremos casi al final y que termina con Holly, la bebé, siendo secuestrada por su padre. Esta es una de las escenas más dolorosas de la serie y la construcción del lenguaje visual es bastante prolija. Incluso la paleta de colores del vestuario de Skyler se suma como un recurso adicional que dirige nuestro sentido visual.

Volvamos al desierto. Walter se está iniciando como fabricante de metanfetamina, su situación no corre peligro, está muy lejos de la civilización y se siente confiado. La luz corresponde al medio día (lo notas porque las sombras en los arbustos están hacia abajo, en oposición a la caída de la luz, el sol está en una posición cenital). Los colores están poco saturados, tienen un aspecto oscuro virado hacia el negro, el lugar es enorme y junto al color marrón grisáceo de la tierra sugieren una pesada e incómoda verdad: lo que está haciendo Walt es algo que va contra sus principios, ahora lleva una carga emocional que corroerá su consciencia.

Inmediatamente después, se muestra el mismo escenario pero en un contexto totalmente distinto. Walter, que había iniciado sus labores ilegales en ese desierto, está siendo acabado en el mismo lugar. La luz del día le corresponde a un ocaso (las sombras son laterales), los colores están saturados, casi incandescentes. La situación de Walt ha llegado a su pico más alto.

La historia claramente ha cambiado, la trama se ha intensificado, los colores están muy vivos, el desierto y la realidad de Walt están en llamas. La furia, la venganza y la violencia son protagonistas y Walt ha perdido el control, se sabe de él y lo que inició en ese mismo lugar está a punto de culminar.
La luz del sol luce abrasadora, el contraste de colores es más evidente y las sombras en los rostros dibujan las intensidades dramáticas de cada personaje. A esto sumémosle la angulación de los encuadres: el contrapicado muestra a un Jack indomable, claramente domina la escena, las sombras le dejan un rostro calavérico, luce malévolo; a Heisenberg lo vemos en un ángulo eye level, es el negociante, busca una salida favorable para Hank y al mismo tiempo quiere que Jack no deje de confiar en él; por último, Hank solo espera el disparo que acabará con su vida, luce abatido, no tiene otra salida.

Abajo, Heisenberg acaba de ver a su cuñado Hank siendo asesinado. Michael Slovis decide combinar un travelling in (movimiento de la cámara hacia adelante) y un zoom out (alejamiento digital en cámara) generando el efecto de vértigo en la imagen. En mudo total (recurso que añade una carga de tragedia tremenda) los directores le dan largos y necesarios segundos a la escena con el objetivo de removernos e introducirnos al desmoronamiento emocional del personaje.

Luego Heisenberg cae y tapa el sol con su cabeza, las consecuencias de sus actos han sobrepasado gravemente los límites y su familia, que tanto protegía, se ha disuelto trágicamente. Luce como un todopoderoso en ruinas.

Finalmente se derrumba por completo, al chocar su cabeza contra la tierra rígida vemos que ésta se quiebra en muchos pedazos al igual que su mundo interior. La cámara avanza hasta dejar un primer plano de su rostro logrando una imagen terrorífica con alto contraste y muy subexpuesta. Walt está acabado.

En la siguiente escena Walt está solo en su auto. A pesar de haberlo visto destrozado anteriormente sabemos que sigue siendo el frío y narcisista Heisenberg y que debe continuar hasta salvarse por completo de la ley.

La composición del cuadro aquí es magnífica y en el timing del capítulo coincide gratamente con los títulos de su autor. Walt observa el orificio de bala en su auto y desde nuestra perspectiva vemos que ésta cae justo en la cabeza de su deforme reflejo, una nueva pista, lo peor para Walter aún está por llegar.

“Granite State” retrata las consecuencias de la muerte de Hank y la evolución más oscura y trepidante de Heisenberg. Walt ha perdido oficialmente a su familia, vive un infierno emocional, sabe que está acorralado y que debe entregarse pero no antes de vengarse de Jack y sus hombres. Para ello necesita tiempo y una gran estrategia entonces decide huir por un tiempo a un pueblo en New Hampshire.

Este capítulo es mucho menos activo que el anterior, está hecho para contemplar el estado de las cosas, sabe a desilusión, a pérdida, a fracaso, está hecho para para presenciar por última vez los matices de la evolución Walt – Heisenberg y nos prepara para decir adiós. Las imágenes lo cuentan:

Walt intenta dejar su refugio para obtener comunicación y al desempacar la maleta encuentra su sombrero, lo observa, lo acomoda y se lo coloca. La escena es desarrollada como un ritual de poder, ego y vanidad, está cargada de mucho peso intrapersonal, nos recuerda que cuando empezó a usar ese sombrero se había convertido oficialmente en Heisenberg.

Sin embargo luego lo vemos débil, menos osado, temeroso, tomando cuidado. La paleta de colores es bastante fría, el ambiente es oscuro y desolador. Se siente que ha perdido la confianza en sí mismo. El impacto es tremendo porque estamos acostumbrados a ver a un Heisenberg poderoso, intimidante, siempre un paso adelante y este contraste evidencia que Heisenberg ya no está, no existe. Solo existe Walt que está en lo más bajo, no solo emocionalmente, sino que ya no tiene posibilidades de nada, ni de acercarse a su familia, ni de volver a Albuquerque, ni de trabajar de nuevo.

Al volver al refugio deja su sombrero en una cabeza de ciervo decapitada colgada en la pared. Esta cabeza suele representar los logros obtenidos del esfuerzo y nosotros sabemos que el sombrero es el elemento que caracteriza a la persona en la que Walt se ha convertido para obtener lo que ha querido y al colgarlo en la cabeza decapitada claramente la imagen sugiere el fin oficial de Heisenberg. Luego vemos colgada también la bolsa de quimioterapia al costado del sombrero que está casi fuera del plano, esto nos trae a Walt de vuelta, nos recuerda que su estado físico tampoco pasa por un buen momento. Ambas composiciones son muy poéticas y sentencian su próxima muerte.

Luego vemos a Walt demacrado, debilitándose rápidamente y cuando le dice a Ed, “¿te quedarías un rato más?” es más Walt que nunca, podemos sentir al indefenso profesor de química rogando compasión. Y efectivamente, sin caer en la empatía, sentimos pena por él, conocemos su historia, somos testigos de las decisiones que ha tomado y de sus objetivos hechos ceniza, sabemos que todo ha sido por nada. En la escena apenas podemos verlo, la luz empieza a dibujar solo su silueta. Walt se está desvaneciendo en la soledad de su exilio.

En “Felina”, la composición es remarcable. Walt regresa a Albuquerque y es enmarcado a lo lejos, le es ajeno al lugar, como si nunca hubiese pertenecido a él, parece más bien, la llegada de un asesino que está escapando de otro lado. En una parada hace una llamada para saber el paradero de los Schwartz, deja su reloj en la cabina y lo vemos alejarse, disolviéndose fuera de foco, como si acabara de colocar un cronómetro en cuenta regresiva para su final.

Luego seguimos viéndolo en planos muy abiertos con un aspecto casi fantasmal. La oscuridad invade las escenas y ya casi lo perdemos de vista. Son atmósferas de venganza y suspenso. Walt luce como si fuera un espectro, un alma que se despide de las personas cercanas antes de morir porque curiosamente vemos a los personajes “olvidados” progresivamente en la serie como los Schwartz, Badger y Skinny Pete relacionándose por última vez con Walt. El guion logra cerrar el círculo de la historia sorprendentemente en 50 minutos de narración.

La escena en la que visita por última vez a su familia tiene una luz muy cálida, suave, parece onírica, está bellamente filmada y junto a los flashbacks que retratan el inicio de la historia de Walt, los directores intentan regresarnos visualmente al origen, pero al volver a mostrarnos el presente con las locaciones tan extrañas y los planos que sugieren ruptura sentimos la realidad insípida y desalentadora. Todo se siente incómodo, su relación se siente cruda, Walt admite que todo lo que hizo fue para él, le entrega las coordenadas de la ubicación de los cuerpos de Hank y Gomez, lo que sucede es muy frío y contrasta fuertemente con la imagen, es un giro brutal que remueve nuestras sensaciones.

Walt es también encuadrado dentro del cuadro, recurso que da una sensación de atrapamiento, aislamiento, desamparo pero también de concentración y densidad: en el primer cuadro lo vemos observando por última vez a su hijo quien le deseó la muerte en su última conversación y en el segundo cuadro vemos un anticipo del plan que ejecutará en unas horas para matar a Jack. Está preparando su último plan siniestro y será descomunal.

Luego ocurre la satisfactoria y majestuosa escena del asesinato de Jack y sus hombres. Después de esto Walt, herido por su propia trampa, visita el laboratorio, cede a la justicia dejando su sangre y se deja morir. Es una escena muy melancólica y trágica pero es un punto final correcto, no había más que contar, es perfecto. Walter amaba la química, no existía otro lugar para su vida y su muerte, lo que hizo le gustaba, era bueno en eso pero toda acción tuvo su reacción y sus decisiones nunca fueron apropiadas.

Sé que no he mencionado a Jesse Pinkman en este análisis. Su evolución es igual de intensa y dolorosa pero menos elocuente y sutil. Es un personaje que está perfectamente diseñado al igual que todo en esta serie. Nunca había visto este nivel de minuciosidad en un producto de TV y sin dudas ha alzado la valla para cualquier otra propuesta. Los creadores nos han dejado claro que la TV no solo es entretenimiento sino que también puede ser una clase maestra de lenguaje audiovisual.

Gracias por tanto Vince Gilligan, Peter Gould y Michael Slovis, es una pieza de arte que difícilmente olvidaré. Envidio mucho a los que aún no la ven.