Esta es una serie dramática mexicana distribuida por Netflix a comienzos de este año. A lo largo de sus 10 capítulos cuenta la historia de tres mejores amigas que deciden alejarse de su rutina y pasar un fin de semana lejos de su ciudad, donde conocerán a una joven que cambiará sus planes de manera impredecible.
Es contenido juvenil pero que no nos gane el prejuicio porque sí es una serie sustancial y necesaria de ver no solo por chicas y chicos de la misma edad, sino también por generaciones que aún no logran comprender la actitud contestataria de muchas de nosotras. Gira en torno a las mujeres y es muy valiente retratando algo tan delicado y doloroso como son los efectos del patriarcado, que como bien sabemos, es el sistema oficial del mundo, dominado por los hombres en todos los aspectos de nuestra realidad común. El contexto psicológico y social en el que se desenvuelve esta historia no va a ser ajeno para nadie, no importa la edad, cultura o clase social; y si eres hombre, ves la serie y te molesta, pues tal vez deberías preguntarte por qué.

Lo que personalmente aprecio de esta serie, además de la arriesgada premisa, es que tiene un discurso que te plantea darle otra mirada a tu círculo amical femenino y te invita a generar una hermandad más que una amistad porque todas estamos juntas ante una lucha mayor que derrama sangre en todo el mundo: el machismo. Las mujeres solemos atacarnos entre nosotras por cosas negativas e intrascendentes como la envidia o por competencias innecesarias cuyos códigos han sido insertados en la sociedad por el mismo sistema patriarcal pero no somos aún capaces de darnos cuenta.
Los personajes se diferencian mucho, cada uno tiene un pasado emocional complejo que hace que empaticemos con múltiples realidades de las que a veces no tenemos idea. Y esto me gusta porque nos muestra diversos tipos de ser, los construye y deconstruye explorando los temas principales de la premisa y a su vez nos recuerda que antes de criticar o juzgar a las personas, debemos recordar siempre que cada uno de nosotros tiene una historia.
La serie desarrolla temas de autodescubrimiento, independencia emocional de los padres, igualdad de género, libertad sexual femenina e intenta matar todos los juicios de los que somos víctimas las mujeres solo por serlo.

Sin ser una gran obra televisiva ni tener estructuras dramáticas brillantes tiene un fondo narrativo muy potente que todos debemos revisar. La producción luce muy elevada y es muy estratega. La fotografía no hace más que exponer bellos lugares como Oaxaca o Huatulco que se siente como una promoción, muy válida e inteligente, del turismo y cultura de ese país. Visualmente es una serie muy placentera.
Existe otro recurso de la serie que me ha gustado y es que está musicalizada por artistas mujeres latinoamericanas. Así que podemos ser espectadores de la historia mientras escuchamos a Natalia Lafourcade, Nathy Peluso, Ruzzi y un largo etcétera.
Creo que la creatividad y el potencial que tiene México para reconfigurar la calidad de sus productos televisivos ya no sorprende. “La Casa de las Flores”, protagonizada por Verónica Castro, tuvo una primera temporada estupenda y también retrata temas de género y demás controversias haciéndolas ver como lo que son: auténticas formas del ser humano.
Qué importante y urgente es exponer estos temas en TV latinoamericana, que nos coloquen en perspectiva y que nos inviten a reflexionar conscientemente sobre temas de la libertad y los derechos de todos. Aplaudo el empuje del equipo de creación, creo que la serie encaja con lo que defendemos, reclamamos y lamentamos hoy. Ojalá fuese accesible para todos. En fin, se suma gratamente a la voz de protesta de nuestra generación. ¡Que no nos callen!
Creada y dirigida por Diego Martínez Ulanosky, disponible en Netflix.



