Encabezado: Memorial de Inti Sotelo y Bryan Pintado, jóvenes protestantes que perdieron la vida defendiendo nuestra democracia
(Noviembre, 2020).
De todos los temas que aborda la comunicación audiovisual acercarnos al documental dentro del marco de la acelerada digitalización, es más que fundamental. A nivel global estamos atravesando un cambio histórico y trascendental para nuestras sociedades, la pandemia nos ha introducido, sin opciones de rechazo, hacia la vida digital, una nueva cotidianidad que ya venía siendo inevitable en estos últimos años. Internet y las ‘nuevas tecnologías digitales’ existen hace más de treinta años pero parece que es ahora donde podremos explorar un verdadero provecho.
Hoy no cabe duda que en este ecosistema digital conviven textos e imágenes pero el flujo de contenido está dominado por el lenguaje audiovisual. La creación y emisión de videos se ha democratizado, hay un espacio creativo para todos y ya no solo somos consumidores sino también productores. Ya no son los cineastas un grupo reducido que hace cine y lleva la posta de la comunicación audiovisual, ahora las posibilidades se han expandido. El contenido ya no solo proviene de las industrias culturales tradicionales, ahora somos todos los que podemos crear. Y es aquí donde necesitamos apuntar nuestra mirada: con el auge de los dispositivos electrónicos y su cada vez más frecuente accesibilidad, absolutamente todos tenemos la posibilidad de comunicar.
Plataformas como YouTube, el archivo digital sin límites de nuestra historia, recibe 500 horas de video por minuto dándonos una muestra clara de que creamos y recibimos información constantemente y que probablemente no recordemos los videos que vimos ayer. Lo mismo sucede con las demás plataformas digitales que usamos día a día, el flujo de contenido es irrefrenable. Esto puede ser un problema cuando se trata de información sustancial de dominio público ya que puede manipularse fácilmente y convertirse en fake news generando confusión e inestabilidad.
La pandemia del COVID – 19 nos tiene a todos sometidos a la virtualidad y al mismo tiempo nos mantiene agobiados por las ausencias del otro. El espacio físico se transforma, se ha abierto un portal hacia una nueva dimensión y el viaje es inevitable porque, además, no somos realmente conscientes de ello, vivimos en una prisa desesperada sin darnos cuenta de hacia dónde nos dirigimos como humanidad.
Los primeros pasos hacia la dimensión digital están siendo movedizos y es que a la inconsciencia colectiva se le suma el letargo del sistema, su desconexión y la incomprensión de lo que está pasando. La dimensión digital tiene sus propias reglas, su propia conciencia, las reglas de convivencia son muy flojas e inabarcables pero lo interesante está en que las herramientas que nos da este proceso tecnológico nos provocan y nos dan acceso a nuevas formas de comunicación. La temporada nos obliga a repensarnos como sociedad, pero nosotros como comunicadores necesitamos revisar atentamente nuestro papel en esta transición.
El poder de la imagen en entornos digitales

El escenario sociopolítico del Perú estos últimos meses ha sido bastante caótico. Se siente a un status quo en coma, es doloroso pero se deben tomar decisiones, confrontar la realidad y atacar el mal que la aqueja. Durante las protestas del pasado noviembre, donde defendimos nuestra democracia usurpada por cierto poder político, hemos podido ver que el poder realmente lo tenemos nosotros, pero también hemos podido notar lo poderosa que es la manifestación digital. Muchos salieron a las calles a marchar pero muchos otros vivimos la misma indignación desde nuestras redes sociales maximizando la lucha y trasladándola a un nuevo espacio.
La transformación es sorprendente y brillante porque nos abre nuevas puertas y redirecciona nuestro poder. Es una transición hacia algo potente, de dimensiones enormes y en la que todos estamos involucrados.
Este acceso a un mundo aparentemente libre nos lleva a plantearnos qué tipo de humanidad estamos creando dentro. La tecnología es una herramienta que impone nuevas condiciones sociales, culturales, económicas y nos plantea una nueva realidad. Todo se construye a partir del pensamiento, la ética y la filosofía y aquellas sociedades sin un verdadero interés por estudiar las humanidades difícilmente van a educar y heredar bien.
Como comunicadores audiovisuales necesitamos aprender a difundir y formar en la sociedad digital con nuestros contenidos pero eso requiere de nuevas visiones, capacidades y ambiciones. Como conocedores de estas herramientas nuestro deber es expandir el conocimiento a través del retrato audiovisual de la verdad.
La crisis política en nuestro país ha llegado a picos intolerables y se sienten allá afuera gritos de cambio. Los comunicadores audiovisuales somos mediadores y arquitectos vitales de la información digital, debemos acercarnos a esa realidad que nos necesita.
Documental: un retrato creativo de la realidad

Cuando nos referimos a acercarnos a esa realidad a través del video estamos hablando del cine documental pero es necesario reformular nuestra mirada y tener un nuevo acercamiento desde la comunicación digital y las nuevas posibilidades que nos ofrece. La realidad es un instrumento con el que los autores o creadores trabajamos pero no toda realidad va a ser retratada creativamente ni tampoco todo tratamiento creativo de la realidad va a ser un documental.
El cine documental, tal como sugiere su nombre, es un documento de la historia, un lugar que recoge las bondades y perversidades de la humanidad, un retrato audiovisual de la realidad. Tiene al video como un aliado valioso de registro, una herramienta poderosa de comunicación que, al ser un medio multisensorial, logra reunir mucha información en pocos segundos, una virtud que en el mundo digital es más que significativa.
“Un país sin cine documental, es como una familia sin álbum de fotografías”, son palabras del reconocido director de cine documental chileno, Patricio Guzmán, que nos invita a reflexionar sobre lo poderoso que es el retrato histórico de la vida de una nación. La imagen es una herramienta política que revela la crudeza, expone virtudes y también miserias que el poder esconde bajo la mesa, siendo la censura el ejercicio recurrente de aquellos que desean, para su favor, eliminar las condiciones que producen estas manifestaciones audiovisuales.
Pero ¿qué grabamos?, ¿qué nos interesa mostrar? Nuestras inclinaciones, nuestros cuestionamientos en todos los ámbitos sumados a nuestras emociones personales son lo que nos motiva a hablar. El documental, al funcionar como un espejo de la realidad, implica una comunicación responsable pero además una voz personal que hable con la verdad.
En el documental se puede retratar desde lo individual hasta lo colectivo. Podemos comunicar desde lo que personalmente consideramos incómodo, lo que sentimos que merece ser visto o algo que merece profundizar más. Se trata de hacernos preguntas, explorar, expandir y seguir a nuestra curiosidad para contar desde nuestra subjetividad.
Para hacer documental no se necesita tener un título de cineasta, es un oficio artístico libre donde se debe prestar atención a cuestiones internas, observarlas, interpretarlas y serles fiel. La curiosidad, las ganas de conocer y contar son vitales pero además se necesita experimentar con la cámara, conocer a esa aliada, ver cine que nos inspire y nos muestre la infinidad de manifestaciones de la creatividad. Mientras más hagamos, más conocemos, entonces tendremos más maneras de trabajar.
Como toda materia que depende necesariamente de la técnica, es oportuno detallar ciertos aspectos vitales y determinantes que facilitarán la intención de relatar:
- Aprovechemos las virtudes del video y contemos la historia a través de imágenes y sonidos. Mostremos, usemos la palabra narrada solo si es justificada.
- Seamos conscientes del arte de la conversación. Olvidémonos del tiempo y escuchemos con atención todo lo que el espacio y las personas nos tienen que decir. Dejemos que los propios actores y sus propios espacios nos conduzcan por la historia.
- Recordemos que las personas no son solo lo que hablan, los espacios y su estética también comunican.
- La edición del documental debe mantener un diálogo con el material filmado. No debemos imponer estilos a un material que habla por sí mismo.
- El universo sonoro debe ser mucho más que música. La vida está llena de sonidos, ambientes y estructuras sonoras, usémoslas. Entendamos al sonido como una herramienta narrativa.
La subjetividad
Detrás de cada historia hay un autor, alguien con una idea y un interés. Pero ¿quiénes somos los que contamos? ¿qué queremos contar? Todos somos seres diferentes y cada uno de nosotros siente y asume la vida de distintas maneras pero absolutamente todas las voces son válidas. Podemos tener perspectivas sociales, psicológicas, científicas, filosóficas, antropológicas pero ¿desde dónde podemos empezar a contar? ¿Qué sentimos que necesitamos contar ahora? ¿Qué realidad debe ser retratada en este momento?
Existe una negociación constante entre el creador y el objetivo que será retratado, el involucramiento y el entendimiento es un proceso simbiótico. Se trata de acercarnos al pasado, el presente, cuestionar y repensar el futuro de la realidad escapando de la lógica que impone el mercado denunciando creativamente lo que afecta nuestras vidas.
Comunicación política digital
El documental digital nos desintoxica del flujo saturado de información superficial, es aire puro en el ecosistema mediático donde vivimos hoy, construye discursos a través del lenguaje de la imagen y el sonido y resalta las cuestiones que afectan nuestra realidad logrando que lo personal tenga un fin social y finalmente político. Aquí es donde debemos entender que la política va más allá de tener un cargo institucional de gobierno. Hacer política es todo tipo de acción que visibilice algo que perjudica a la sociedad. Los valores son los que fundamentan los actos políticos tanto personales como colectivos y definen lo que admitimos o no admitimos dentro de nuestra convivencia. Por lo tanto, desde el momento en que visibilizamos cualquier tipo de vulnerabilización de la libertad del ser humano estamos haciendo política.
Es una temporada oportuna para revelar verdades desde la comunicación responsable. La virtud de la comunicación política digital es que no es televisión: nos acerca a lo que hay detrás de las noticias. Tiene un realismo diferente.
Existe un tema particular con la televisión y es que está infestada de lo plástico, lo comercial, lo superfluo, todos dominados por los más rapaces intereses de algunos. No existe contenido esencial y son muy pocos los programas de alcance nacional que sí tienen relevancia como los de TV Perú, que concentran la exploración descentralizada de nuestra pluriculturalidad.
El mundo digital es un campo libre y podemos tomar acción cuidando con responsabilidad la trasmisión de la información y actuar individual o colectivamente a través las ventanas digitales que tenemos. Construimos constantemente formas de comunicar en la virtualidad, solo se debe eliminar el inmovilismo que provoca el miedo.
El futuro luce incierto y los eventos desafortunados que suceden en todo el mundo nos han hundido en un pesimismo colectivo y es entendible. Pero pensemos en que el proceso es evolutivo y veamos formas de sumar positivamente en la convivencia desde donde estemos.
Nuestra generación ha iniciado este despertar pero hay una generación presente en el espectro social peruano cuya mentalidad estancada en la soberbia y el desconocimiento se expande hacia otras por medio de ideas desfasadas y que, sin prestar atención, comenten el atrevimiento de minimizar las voces y las luchas del momento, como si la vida y su moralidad no evolucionaran.
La temporada trae situaciones acaloradas porque se están revelando diferentes asuntos y conflictos gracias a la transformación de nuestras formas de comunicar pero mucha gente aún se niega a tomar seriamente algunos reclamos colectivos y eso es parte de lo que se necesita combatir. Existen las ganas humanas de discutir improductivamente todo el tiempo y si hay una lucha mayoritaria que está impactando de alguna manera en la sociedad pues, sin duda alguna, va a existir una necia oposición. El problema es que se trata de un bando que, por diversos motivos e intereses, se niega a la receptividad y a la apertura y eso es lo que imposibilita avanzar.
Por otro lado pero dentro de la misma coyuntura de transformación, la palabra influencer está siendo ruidosa últimamente y las circunstancias se presentan como un desafío para medir la real influencia que tienen sobre sus audiencias. La efectividad del marketing influencer aún es un tema debatible pero, en tiempos de crisis política y sanitaria, como no nos lo han demostrado algunos influenciadores peruanos, guardar silencio no es opción, es irresponsable no alzar la voz y transmitir buenos hábitos sanitarios ante una comunidad digital grande de seguidores.
Así como este tipo de presencia digital existen también quienes tienen el hábito negativo de llamar ‘’periodismo’’ a cualquier transmisión de información. La posverdad es un fenómeno violento que apela a las emociones antes que a la noticia, descontextualiza y exagera datos para movilizar a la opinión pública a su favor poniendo en peligro su derecho legítimo a la información.
Esto es preocupante porque la investigación y el fact checking son dos cosas fundamentales si realmente queremos formar sociedades. La web está repleta de información falsa, de mucho ruido y de repeticiones, todos aseguran una verdad y es nuestro deber romper con eso, investigando a profundidad y mostrando hechos con la verdad.
A manera de reflexión
La transformación digital nos invita también a una transformación individual. Cuando pasamos por el colegio nadie nos enseña a observar y a desarrollar nuestros talentos y capacidades innatas que todo ser humano posee. La sociedad capitalista siempre nos impone formas de ser y se esfuerza en diluir nuestras propias características en ánimos de favorecer la producción pero nunca al creador. Nos imponen ideales ajenos, nos capacitan para responder a intereses pero no nos forman. En el mundo digital existe la posibilidad de abrirnos al autodidactismo y al conocimiento compartido teniendo la posibilidad de acabar con el adoctrinamiento que tiene la sociedad capitalista como objetivo. Exploremos intereses de comunicación y démosle la oportunidad al descubrimiento y desarrollo a nuestras individualidades. El conocimiento está en las redes, se transforma y se mantiene vivo gracias a nuestras inclinaciones, tenemos las herramientas en las manos, procedamos sin miedo y con libertad.
La sociedad peruana actual necesita comprender la importancia de nuestro papel en los entornos digitales. La comunicación audiovisual puede contribuir a un cambio progresivo de juicios y comportamientos, puede funcionar como una fuerza cultural, política y moral. Lo que hace falta es que los comunicadores nos conectemos con la agencia humana de responsabilidad social porque lo intelectual no debe ser exclusivo de unos pocos, el conocimiento debe ser público para reforzar así nuestra conciencia colectiva.
Con el video las posibilidades de penetrar con el mensaje son múltiples. Podemos acercarnos a la ciudadanía exponiendo temas de manera directa y real. Debemos aprovechar el poder de la comunicación digital para construir nuevas sociedades y darle un valor simbólico a lo que es político y necesario de mostrar.
Se trata pues de una disciplina joven pero que debe emprender un caudal importante de producción en el escenario digital. Mantengamos la atención a todo lo que nos rodea para aprender y desaprender, pero en general, no perdamos el foco porque no se trata de mí, no se trata de ti, se trata de todos. El retrato audiovisual de la realidad es nuestra arma política, atrevámonos a filmar más.
*Síntesis de la ponencia dada en el marco de la “I Versión Internacional y IV Nacional: Semana académica de la comunicación, Chachapoyas para el mundo digital» de la UNTRM. (Noviembre, 2020)
Referencias bibliográficas:
- De Pedro, Gonzalo (2017). “Cine sensorial y político”. La Tempestad. México.
- Murúa, Gonzalo (2020). “El Webdoc: el documental político y el usuario emancipado”. Universidad del cine. Buenos Aires.
- Trenzado, Manuel (2000). “El cine desde la perspectiva de la Ciencia Política”. REIS: Revista Española de Investigaciones Sociológicas.
- Curso en línea «Verdades y Mentiras» de José Balado, DocuPerú.